Ciutat Vella pide atención
Pero el cambio tranquilo que prometieron el recién llegado alcalde
Xavier Trias y la misma Homs (su única atribución es gobernar el
distrito) sigue sin llegar, creen muchos vecinos. “¿Novedades en mi
calle estos dos años? Un club de fumadores de maría, un comedor
social, apartamentos turísticos, más droga y un local de Döner”,
explica Álvarez, asturiano de nacimiento y que vive en Barcelona hace 17
años. Y agrega: “No se vive una situación peor, es el barrio que
mantiene la inercia. Es un equilibrio malo porque surge de una situación
que se normaliza”. Hasta que algo lo rompe.
Ese fue el caso de la muerte de Juan Andrés Benítez, hace poco más de
un mes, tras ser reducido de forma violenta por un grupo de mossos
en la calle Aurora, donde vivía. Las circunstancias de su muerte tienen
al barrio en crispación. Desde el primer día, los vecinos se
movilizaron para desmentir la versión oficial. De hecho, el video y los
testimonios que pusieron en evidencia a los agentes salieron de algunos
de ellos. Pero esas imágenes también revelaron cómo se empujaba de malas
maneras a los transeúntes para que se alejaran. Y hasta una testigo
aseguró en sede judicial que borró en presencia de una mossa imágenes de su móvil días después de los hechos.
Esta indignación ha llegado al distrito. Hace dos semanas, Homs fue objeto de un escrache durante el consejo de barrio de El Raval,
por la falta de respuestas municipales respecto al operativo donde
murió Benítez. Y el pasado jueves, en la audiencia pública, las
asociaciones de vecinos fueron especialmente duras con sus críticas. En
el escrache, más de un centenar de vecinos pidieron a la regidora que se
pronunciara sobre la muerte del vecino. Pero los asistentes
aprovecharon para hablar más. Afloraron viejas quejas sobre las formas y
el abuso de poder de Mossos d'Esquadra y Guardia Urbana. Y también
sobre el incivismo. Sobre el ruido. Sobre la inundación de terrazas y
pisos turísticos. Lo de siempre.
Cuando Trias llegó al Ayuntamiento vendió la seguridad como
prioridad. En la oposición no dudaba en sacarle los colores al entonces
alcalde del PSC Jordi Hereu los recortes de prensa donde se vendía a
Ciutat Vella como el paraíso de los carteristas. Y Trias cumplió. Saco
mucho más la policía a la calle. Según cifras oficiales, este año los
hechos delictivos en el distrito cayeron 11,7% con respecto al año
pasado y se han hecho 7.868 detenciones. Desde Amics de la Rambla
consideran la apuesta un acierto y le dan medalla a Homs. “Notamos más
un incremento sostenido seguridad, por ejemplo, los trileros han desaparecido”, asegura un portavoz. Una idea que respaldan muchos comerciantes. Y piden más.
Hace casi un mes, el Consistorio cerró siete pisos que funcionaban como meublés ilegales en el Raval. Todo enmarcado en la lucha personal de Trias contra la prostitución,
que ya prohibió en la calle. “Los agentes entraban con chalecos
antibalas, como si estuvieran en una guerra”, se queja Clarisa Velocci,
de la Asociación Genera, que ayuda a trabajadoras sexuales en Barcelona,
el colectivo que más se queja de los abusos. Un comportamiento agresivo
que también denunciaron los dueños y asistentes a varios bares de
Ciutat Vella, como La Bata Boatiné, la madrugada del 28 de junio, el día
del orgullo gay. El operativo dejó diez denuncias por tenencia de
estupefacientes y cuatro detenidos por robo, entre otros. “Tiene que
haber órdenes políticas para que la policía actúe de la manera que está
actuando”, cree Velocci.
“La especulación ya no es inmobiliaria, es turística. Y eso requiere
imponer una sensación de seguridad”, opina Álvarez. “Ves más patrullas
que intervienen en delitos, pero no ves avances en la convivencia, que
afecta a los pocos que vivimos aquí. Las bicis pasan por la Rambla o la
gente orina en la calle y la Guardia Urbana no dice nada”, dice
Álvarez.Ciutat Vella tiene 207 de los 52 establecimientos turísticos de
la ciudad y 3,459 mesas en terrazas. Y un total de 10.839 plazas
hoteleras.
Las asociaciones del Casco Antiguo, del Raval y de L'Ostia coinciden
en el diagnóstico. Hasta en la seguridad, creen, Ciutat Vella se dobla
al turismo. “Para quedar con un vecino o una amiga tienes que consumir
en una terraza, porque sino no hay espacio”, dice la líder vecinal María
Mas. “Llevamos años recogiendo los vicios de la ciudad. Y ahora nos invaden los bares de cannabis”,
dicen desde la mesa vecinal. Josep García, de la asociación del Raval,
dice que ha contado 14. Homs explicaba que no tenía competencias para
prohibirlos.
"Hay más incidencia de delitos en el Eixample, por ejemplo. Y los de
Ciutat Vella afectan más a turistas”, asegura Gemma Galdón, que no solo
vive el barrio sino que es experta en seguridad. “La mayor presencia de
policía no implica una mayor sensación de seguridad. Tiene la doble
vertiente. Depende del punto de vista del ciudadano, sus valores..”,
explica. Y alerta: muchos relacionan pobreza con inseguridad.
POS MA LEGRO; PEP CALEGRIA DE SABER QUESTAS GUENO. Y YO MAS LEJOS QUE TU DEL BARRIO.
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