Civismo en las plazas
Plazas cívicas
Por una mejor convivencia urbana
El éxito de Barcelona se mide también por la gran ocupación de su
espacio público. El choque de intereses que se produce en algunas plazas
muy concurridas de Gràcia o Ciutat Vella obliga a la Administración a
poner recursos para evitar que las tensiones deriven en conflictos y que
muchos vecinos, sobre todo las noches de verano, no puedan disfrutar de
su derecho al descanso. Campañas como la que pone en marcha el
Ayuntamiento, que combinan la prevención con las medidas punitiva.
Un grupo de personas sentadas en un banco, en una escalinata o en el
suelo de la plaza (Sol, Orwell, Sant Agustí...) tocan un bongo, una
guitarra, beben cerveza... Dos mediadores se les acercan. "Les invitamos
a que paren, y la verdad, suelen hacer caso", asegura Marina Mañas, una
de estas especialistas en resolución de conflictos. Pero puede ocurrir
que no, que persistan en su comportamiento, que molesten más. Y entonces
aparece la Guardia Urbana, de uniforme o de paisano...
LA utilización del espacio público en una ciudad mediterránea como
Barcelona, con una gran densidad de población, en la que por el clima
resulta apetecible realizar múltiples actividades al aire libre,
requiere de grandes dosis de educación y de civismo por parte de todos
para compartir la diversión, el descanso y el trabajo en un clima de
armonía, sin que las actividades de unos perjudiquen o molesten a otros.
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