Son las cuatro de la madrugada y unos vecinos de la calle Guardia del
Raval, a escasos metros de la Rambla, se despiertan por un estruendo
que proviene de la
portería del edificio. Salen de su
piso y se encuentran en el rellano a una prostituta en plena acción con
su cliente, tal y como muestra
el vídeo que acompaña la noticia.
“Idiotas”, les grita la trabajadora del sexo antes de enfrentarse a
ellos, que descubren atónitos que la puerta del inmueble está rota y con
el cerrojo forzado.
Este no es un caso aislado en el Raval Sud, donde los habitantes de las calles adyacentes a la Rambla están sufriendo el acoso de las prostitutas
que ejercen en el interior de sus edificios. “Hace meses que esto
ocurre, pero ahora la situación en inaguantable”, explica Mowafak
Kanfach, de la Associació de Veïns i Comerciants de l’Arc del Teatre i
entorns. “Las prostitutas pillan en la calle a turistas borrachos
y los llevan a nuestros portales”, comenta. “Vivo en un entresuelo de
la calle Montserrat y he sorprendido a bastantes chicas con sus clientes
y cuando las echas, te insultan. Es una pelea constante y vivimos con
miedo, inseguridad y falta de higiene”. Los vecinos se quejan también
que por la mañana se encuentran los portales con condones usados,
vómitos y latas de cerveza.
“Hace un año que el Ajuntament hizo
una operación de maquillaje en la Rambla y Boqueria limpiando la zona de
prostitutas pero el problema persiste y la prostitución se traslada a
otros lugares”, explica Remei Gómez, presidenta de l’Associació de Veïns
del Gòtic. Ahora, los vecinos denuncian que la zona más caliente se
concentra en las calles Arc del Teatre, Lancaster, Montserrat y Guàrdia.
“La movida empieza hacia las doce de la noche, sobre todo los jueves,
viernes y sábados”, detalla Kanfach. Además, las prostitutas evitan
ejercer en la calle, donde está prohibido, y aprovechan para ello los
edificios de vecinos.
“No es un problema generalizado”, afirman
fuentes del distrito de Ciutat Vella. “Solo nos consta una llamada la
semana pasada, que se atendió”, añaden. Los vecinos piensan llevar esta
problemática al próximo Consejo de seguridad de Ciutat Vella para pedir
un aumento de presencia policial.
Puertas rotas y vecinos sin dormir
“Desde mi
habitación he escuchado varias veces como ellas empujan fuerte la puerta
del edificio para que ceda y puedan entrar”, explica Kanfach que
asegura que tiene controladas como mínimo un par de porterías de su
calle donde entran asiduamente. “No estamos contra la prostitución, solo
pedimos que nos respeten y que no nos rompan las puertas ni que lo
hagan en nuestras casas”, añade.
“Estuvimos unos tres años
ahorrando para cambiar la puerta de nuestra finca”, explican los vecinos
de la calle Guardia que acaban de ver como unos dos meses después de
estrenarla, la cerradura está rota y el cristal hecho añicos. “Quisimos
que fuera de cristal para que la portería quedara al descubierto y así
evitar que escogieran nuestra finca como refugio, pero no ha servido de
nada”, se lamentan. “Desde que volvimos de vacaciones el viernes hemos
llamado un par de veces a la Guardia Urbana para
alertar de su presencia en nuestra finca, pero no se presentaron en
ninguno de los casos y nos dijeron por teléfono que esto ocurría desde
hace casi un año”, afirman.
La prostitución no es el único
problema que sufren los vecinos de esta zona del Raval. “La gente no
puede dormir”, explica Kanfach que se queja de tráfico de drogas, de la
venta de latas, de orines en paredes y contenedores, de la presencia de
jóvenes que de madrugada convierten las calles en un lugar de encuentro
donde charlar y divertirse, de falta de iluminación, de inseguridad… “Es
un conjunto de cosas que no nos deja vivir”
Más efectos del turismo 'low cost'
“El caso del Raval Sud con la prostitución es un nuevo episodio del turismo low cost",
comenta Lluís Rabell, presidente de la Federació d’Associació de Veïns
de Barcelona (FAVB) que recuerda que cuando se denunció la presencia de
las prostitutas en la Boqueria se actuó cerrando la zona por la noche
pero que el problema reaparece siempre en otros lugares. “Se ordenan de
miseria social las arterias de gran afluencia turística y la
prostitución surge en los lugares de turismo low cost o de borrachera”.
“Quien
acaba pagando los platos rotos son los vecinos por las molestias y el
colectivo de mujeres en situación de explotación”, añade Rabell, que
aboga por “medidas serias y efectivas para abordar la problemática de la
explotación sexual a fondo e inequívocamente, sin mezclar la aplicación de la ordenanza de civismo con los servicios de la
agencia ABITS”, que ayuda a las mujeres que se encuentran en esta situación.
La queja de los vecinos del Raval Sud llega cuando todavía colea la problemática de la molestia de los
pisos turísticos en la Barceloneta,
donde el Ajuntament de Barcelona ha tenido que iniciar una inspección
de oficio. Desde el 25 de agosto se han inspeccionado 454 viviendas y se
han dictado 47 órdenes de cese a pisos que actuaban ilegalmente. Mañana
el Gobierno municipal presentará un informe que recoge las principales
acciones realizadas para que el
turismo encaje en el día a día de los vecinos y no suponga un problema de convivencia.
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